Enrique del Olmo
No se puede hablar,
en frío, de la necesidad de existencia de un ala izquierda en el PSOE, como si
fuese el posicionamiento de diversas corrientes ideológicas en un partido
plural en una etapa de normalidad; por eso esta nota va a centrarse en el
momento actual del PSOE.
Si algo no ha
vivido el PSOE es una etapa de normalidad: tres Secretarios Generales, cambio
de casi todos los dirigentes regionales desde 2010 (excluyendo a Tomás Gomez y
Fernandez Vara), pérdida de mas de un tercio de su electorado, tendencia
agudizada a pérdida de la hegemonía en la izquierda española, sangría de
militancia, orientación política errática,...; y todo ello en un marco profundo
de crisis económica, política e institucional. En esta situación es en la que
hay que analizar que papel puede jugar “la izquierda del PSOE” en general e
Izquierda Socialista en particular.
Las primarias para
la elección del Secretario General que sustituía a Rubalcaba fue una gran ocasión
para girar a la izquierda, cambiar las formas de hacer política y empezar a
reconectar con la sociedad. Ese era el reto. Las candidaturas de Madina y
Tapias reflejaban con diversa pulsión esa tendencia al cambio, mientras que la
de Pedro Sanchez, se basaba en el autodenominado “pacto de la estabilidad”: el
pacto entre Susana Díaz, Tomás Gómez y Ximo Puig para que no se moviese casi
nada y sobre todo para que el partido no se abriese a la participación de la
ciudadanía, que los temas se resolviesen en los acuerdos entre Ferraz y las “baronías”
(que nombre tan ajeno a la tradición socialista). Sin embargo ninguna de las
candidaturas entendió a fondo el alcance del reto; un pacto entre Tapias y
Madina hubiese facilitado la respuesta al inmenso cambio que necesitaba el
partido. Pero primó la visión cortoplacista de la refriega electoral.
El magnifico
resultado de Tapias abría al menos una interesante posibilidad que, partiendo
de ese 15 % muy superior a lo que significaba en si IS, podía convertirse en un
nuevo proceso de agrupamiento mucho mas amplio. Sin embargo, en lugar de ser
audaces y ofrecer un nuevo escenario, se hizo lo contrario; se volvió a los
cuarteles de invierno, se rompió el discurso político (se toleraron primarias
cerradas, se apoyaron a candidatos que no respondían al discurso político de
Tapias y sus 15 puntos), se primaron los pactos territoriales con los aparatos
con tal de mantener las exiguas cuotas de poder que se le concedían a IS y se
abrió una pelea interna incompresible que condujo a la dimisión del principal
valor que se había generado en la campaña: Pérez Tapias. En lugar de abrirse a
los nuevos espacios que generaba la situación política se retrocedía a las
viejas telarañas de la política del cabildeo.
La lucha, nada
fácil, no es para construir un ala izquierda del PSOE, esto es un mero
instrumento, necesario eso si, para cambiar el posicionamiento del Partido en la sociedad. Y
eso requiere por encima de todo una postura clara. La postura actual del PSOE
esta sometido a la desesperación por recuperar el lugar “perdido”: por un lado,
ser “razonables e institucionales” frente a los “radicalismo populistas”; y,
por otro, intentar recuperar el vínculo con una sociedad indignada por lo
sucedido y por la responsabilidad del PSOE en la situación. Ello conduce a un
carrusel de posturas donde primero se reniega de políticas básicas de lucha por
la igualdad y la democracia para aparecer como “realistas” y, segundo se busca
apoyar las demandas sociales que obligan a un cambio profundo de rumbo. El
desvarío político está consiguiendo que medidas positivas como la revisión del
articulo 135 de la Constitución se medio desdigan al minuto siguiente
reafirmando su continuidad añadiéndole simplemente un” complemento social” obviando
el contenido profundo que tiene dicho articulo en la política económica. Otro
ejemplo, se utiliza como arma de ataque frente al resto de la izquierda, politicas
que hemos defendido siempre los socialistas y los sindicatos de clase como la edad
de jubilación o la reducción de la jornada laboral, que ahora de la noche a la
mañana hacemos desaparecer.De pronto nos situamos en la misma línea que la
ofensiva de la derecha, eso sí, señalando que lo vamos a hacer “socialmente”.
¿¿Es ese el papel que le queda a la socialdemocracia o al socialismo
democrático”??. Esa es la gran pregunta, a la que Blair y Schröeder
contestaron, entusiastamente, que sí ¿Esa es la respuesta que queremos dar
desde el PSOE ?. Mucho me temo que sí.
Causa un poco de
rubor que nuestro Secretario General emplace al SG de Podemos a que diga si es
“anticapitalista” o no. Que yo sepa nuestro partido desde su fundación
(recordemos sin miedo el programa máximo del PSOE) ha considerado al
capitalismo como un sistema generador de desigualdad, pobrezas, guerras y
democracias (cuando las hay) recortadas. Otra cuestión es que se considere lo
que se puede lograr en cada fase de la historia o que se defienda una vía
reformista frente a la pretendida “revolucionaria” pero lo que nunca ha
definido al socialismo es la defensa (al menos en la retórica) del sistema
capitalista
Hace falta un
reagrupamiento en el partido para que el PSOE reconquiste su lugar en la
sociedad. Dicho acuerdo es posible sobre la base de los 15 puntos de Pérez
Tapias y que creo se concretan, hoy, en cuatro compromisos: a) Derrotar a la
derecha y romper el ciclo de recortes y empobrecimiento social, ninguna alianza
con la derecha; b) Generación de una propuesta común de la izquierda que situé
los derechos de las personas por encima de las exigencias de los mercados; c) Abrir
la conexión a la sociedad mediante la apertura democrática del partido: las primarias abiertas en todos los niveles y la elección
directa de los secretarios generales, limitación de mandatos y eliminación de
cualquier vestigio de corrupción en nuestra práctica política; y d) Impulsar la alianza de la
izquierda para lograr una mayoría política que sea la expresión de la mayoría
social que rechaza las políticas de la derecha.
No creo que estemos
ante un problema de no saber lo que hacer, estamos sobre todo ante el reto de
tener la voluntad política de hacerlo
para terminar con una forma de hacer política que ha conducido al PSOE a una de
las mayores crisis de su historia.